CLUB DE LECTURA

Crónicas de .... 

15 de julio de 2017

 

Crónica de la sesión dedicada a

 

MANUAL PARA MUJERES DE LA LIMPIEZA

 

de Lucía Berlín

 

 

 

            Ni elogio, ni empatía, ni culto, sino el efecto de una punción en el circuito neural. Sesión de células alertadas, sobrecogidas, zarandeadas, seducidas, salvo una, renuente ella. Cosas de la neurociencia, se apuntó.

 

            Suele ocurrir en este club, el ambiente de predisposición delata. Manifiéstate. El primer aviso, la punción: este libro nos saca de la zona de confort. Descabalga. Desgarra. Dolor en la conciencia y en la consciencia, la felicidad no dura, la libertad apunta a pies de barro, la ucronía aguijonea con su lacerante y estéril desconsuelo (a qué conjeturar sobre los futuribles del pasado), la soledad rotura todo el tramo de nuestra existencia (naces solo, mueres solo, y vivir…, pues ya te digo). Opiniones que confluían hacia una misma resonancia.

 

Sí, hubo quien rechazaba tales amarguras para sí. Pero otro aluvión: ¿quién no ha palpado alguna vez soledad y desesperanza?, y más en el límite, siempre estamos solos, la soledad no se circunscribe a cuadrículas de la existencia. Un poco de sosiego, por favor: Leer más

25 de junio de 2017

 

Crónica de la sesión dedicada a

 

 

AL ESTE DEL EDÉN

 

 

de John Steinbeck

 

 

 

 

Uno de los grandes logros de la raza humana es

 

 no reconocer algo aun conociendo su existencia

 

(John Steinbeck, Al este del Edén)

 

 

            Tal cual si la ínfima parte de una enésima generación de hijos de Caín tomara la palabra. Con un desparpajo que induciría a sospecha: redimirse al cabo de los milenios bíblicos. Disposición, afrontar, actitud, la sesión.

 

 

            Comenzó con calificación apasionada, “novelón”. Pero el transcurso de las intervenciones, matiz a matiz, escalonó que sí, que no tanto y algún que no.

 

 

            La obra como tal. En opinión compartida, novela clásica que deja buen poso. Lógico, un buen escritor gusta cuando se atreve con temas universales, el bien y el mal en este caso (la alegoría como vehículo). Se sucedieron comentarios por el mismo acento: sensibilidad, final magistral y, sobre todo...Leer más

25 de abril de 2017

 

Crónica de la sesión dedicada a

 

LA ELEGANCIA DEL ERIZO

 

de Muriel Barbery

 

 

 

            Un libro especial para una sesión sustanciosa pero a párrafos, a bucles, consistente pero deslavazada, sensata pero como nerviosa, con irrupciones e interrupciones manifiestamente evitables, ¿más algo de hojarasca sobrante?

 

            Ya cuando la moderadora iniciaba su propuesta-marco con un `cuesta entrar en la novela´, costó, sí, pero entrar en la sesión. Primera interrupción: algo de norma de biblioteca municipal sobre entrega y recogida de libros.

            Superado el escollo, la intervención sugirió canales para la valoración crítica (con alguna que otra cuña-calzador espontánea). Uno, la carga reflexiva del texto, con su casi extenuante presencia de frases muy significativas, de donde inferir, por ejemplo, la facultad de manipularnos a nosotros mismos para eludir la vida real... Leer más

21 de febrero de 2017

 

Crónica de la sesión dedicada a EL LIBRO DE LAS PARTURIENTAS

 

de Matilde Cabello

 

 

 

            Una sesión insólita, arriesgada, centrífuga y respetuosa.

 

            Insólita. Asistía a la reunión la autora del libro objeto de análisis. Dado lo cual, la coordinadora del grupo hizo las presentaciones de Matilde Cabello, elogió su faceta de escritora y periodista, y dedicó un par de comentarios, elogiosos también, a El libro de las parturientas. Uno, sobre el contenido: narra una historia cruda que atrapa. Otro, a la forma: su redacción casi permitiría una suerte de lectura oral, principalmente por la forma de hablar de la protagonista -se trata de una narración en primera persona-. Y a continuación pidió a la autora que hablara de su libro, cómo se gestó, etc.

 

            Matilde Cabello tuvo un inicio memorable, se declaró encantada “con vosotras”. Un murmullo generalizado intentaba corregir o aclarar: aunque en esta ocasión integraban la tertulia mujeres en su gran mayoría, también asistían…, a ver,… uno, dos, tres hombres. Recibió el mensaje; pero, de rectificar, nada. Enrocó su arriesgado saludo en la abrumadora mayoría de las mujeres presentes -doy fe de tal desconsideración hacia los hombres que compartíamos tertulia, y hacia la gramática-. Ni un mísero `vosotros´ concedió, ni por delante ni por detrás del “vosotras”. El murmullo se fue apagando entre sonrisas elocuentes. Insólita sesión... Leer más

 

           

 

 
  Del romanticismo literario al personal, y un corolario tipo efecto mariposa. Producto de una suerte de proceso de seducción que fue espigando a lo largo de la sesión, intervención tras intervención (quienes callaron, bien pudo ser por no punzar el embrujo, bien porque los cautivó el clima).
            Hubo confesiones de una cierta prevención inicial con el libro. Pero enseguida, nada, conatos que no tardaron en diluirse. A tenor de los comentarios, el primer aliciente llegaría por la expresión: frases de sabor antiguo y vocabulario olvidado que, a medida que la lectura avanza, disfrutas de su riqueza. Y si además te aviva la memoria, concluyes que merece la pena haberlo leído. Ayudaba y mucho, un libro muy bien traducido. Leer más
      
Fdo.: Ricardo Santofimia Muñoz.

 

8 de diciembre de 2016

 

Crónica de la sesión dedicada a

BAJO EL MAGNOLIO

de Marina Mayoral

 

 

             Según se desprende de la novela, el magnolio es árbol exótico, veleidoso, grácil, de sueño perdurable, fanal de la alegoría. Pero a la reunión le costó acomodarse bajo él.

 

            Primero porque la sesión, que inauguraba temporada, ralentizó sus comienzos con algunos previos ineludibles y cordiales, como el saludo entre compañeros que no se veían desde meses atrás, o las incidencias habidas en el suministro de ejemplares de este libro al grupo. Y además, la presentación de Lola Alonso como nueva persona encargada de la coordinación del Club. Ésta manifestó ante todo su agradecimiento a la labor de su antecesor, José Antonio Ruiz, que no sólo puso en marcha el Club, sino también lo ha dotado de organización y alimentado su consistencia intelectual y crítica durante estos años. Los presentes rubricaron con un cariñoso reconocimiento -al que este cronista se sumó y particulariza aquí especialmente-. Años fructíferos que, para la nueva coordinadora, suponían el estímulo y el reto de mantener la línea, cuando no el modelo de José Antonio.

 

           Tras lo cual, ahora sí, se situó Bajo el magnolio. Pero no para cogerlo por las hojas, sino por el tronco. Y lo zarandeó. Y sobre la tertulia cayeron la forma expresiva, el aviso de dependencia argumental, las incursiones costumbristas, la técnica narrativa, el baño de emociones (el amor como señuelo cimero) y la eventual pedrea de libro prescindible. Leer más...

 

LUNES 5 DE ENERO DE 2015

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SÁBADO 29 DE NOVIEMBRE DE 2014

MARTES 25 DE NOVIEMBRE DE 2014

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MARTES 11 DE NOVIEMBRE DE 2014

 

          Elogio de un libro. Eso fue la sesión, nada menos. Donde cada intervención propiciaba desde el comienzo una suerte de realimentación del circuito de empatía de la tertulia con la obra. A pesar de que, en principio, diera la impresión de que los comentarios, opiniones y valoraciones se sucedían un tanto deshilvanados, como de saltos en el vacío. Pero no. Se trataba de una historia tan bien ensamblada que cada interpretación tenía su conexión subcutánea con la anterior, por diferentes que parecieran, en el hilo del elogio. Y así toda la sesión.

          Una historia que, a juicio de los asistentes, escapaba a los moldes académicos de la clasificación literaria, o los sorteaba. Un hijo, narrador en primera persona, cuenta la historia su padre ....leer más

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11 DE JULIO DE 2014

VIERNES 13 DE JUNIO DE 2016

A tal obra, tal sesión. Poliédrica. La calificación inicial que recibió la primera contagió a la segunda. Una novela con muchas caras, y cada una de ellas susceptible de varias interpretaciones. El autor invitaba a observar y reflexionar sobre actitudes y comportamientos de unos y otros personajes ante las mismas circunstancias. Y la reunión respondió cumplida y sobradamente a la invitación-envite.

 

El autor y su obra, el marco. Un escritor, miembro de una comunidad judía de emigrantes, aunque ateo. Y una novela que, sin obviar su reflejo de la condición humana, adopta perspectiva existencialista y cuestiona la religión porque anula a las personas al inocularles el sentimiento de culpa. 


Con dinámica narrativa que los asistentes diseccionan en tres fases. Al principio, desde la supuesta visión del narrador omnisciente, la redacción es fluida, periodística. Después, cuando se revela la naturaleza del verdadero narrador, testigo, aunque este quiebro se considera acierto del autor, el progreso argumental se ralentiza en exceso. Y por último, concentración temática en las diez o quince últimas páginas.
 
Es justamente al final de la trama, con esa especie de torbellino de ideas que casi lo eclipsa, donde se cierra el poliedro de la ficción y se inicia el de estos lectores, que apenas escapan al acto reflejo de volver la vista atrás para su análisis -más de uno aseguró que había leído el libro dos veces-. En varias ruedas de intervenciones los tertulianos fueron del protagonista a Dios, a los demás personajes, al sentimiento de culpa y al título mismo de la novela, aportando los vértices y aristas que vislumbraban en cada uno de ellos.... Leer más

MARTES 20 DE MAYO DE 2014

A saber si por la temática de la novela, o por el menor número de asistentes, o acaso por la conjunción de ambos factores, en la sesión fue calando un microclima de sabor intimista.
            Las intervenciones se sucedieron pespunteadas de silencios (que no de pausas). Intervalos preñados de disposición a compartir el objetivo del autor, conmover al lector.
         Hubo sincronía: el libro provoca malestar. Con todo, las precisiones fueron más elocuentes. Casi a modo de confesión. En unos primaba el agobio por esa especie de campo de concentración donde discurre buena parte de la acción narrativa. Otros habían encallado a mitad de lectura presos de la angustia. Quien lo había superado a duras penas por la tristeza que le causaba. Quien dudó de que la obra, voluminosa, mantuviera atrapado al lector más allá de la página 90 -donde presumía la sima de la degradación humana-; pero, contra pronóstico, el interés le reverberaba in crescendo hasta el final.  Leer más
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MIERCOLES 26 DE MARZO DE 2014

      Una sesión de cine. Por el inevitable correlato de esta novela negra americana, clásica, con el clásico cine negro americano (¿cómo sustraerse a la evocación?). Y porque, para afrontar género tan específico, la tertulia probó de nuevo su versatilidad, y su bagaje cultural -añádase según grado de convicción y vehemencia.

 

     De cine. Casi cabría asegurar que cada lector de la obra acudía con su película de la novela. Así que rara fue la intervención que no cayó en la tentación, como muleta, comparación, apostilla o superación. Pero, aunque mediatizada por esas imágenes del celuloide blancas y negras y brumosas, la reunión alumbró alternativas y contrastes irisados. No en vano, asistían incondicionales del género negro junto a neófitos y escépticos.  ..Leer más

LUNES 17 DE FEBRERO DE 2014

Símbolos, símbolos. La sesión fue haciendo calas sin método en los símbolos que aparecen, se supone que estratégicamente, a lo largo de la novela. Podría interpretarse que en detrimento de la expresión literaria -apenas recibió trato específico-. Y sin embargo, el esperpento nacido de ella sustenta el estro simbólico de la obra, que el autor hace germinar desde su cita preliminar de Machado sobre el carnaval.
 
Implicación inicial del autor que, a juicio de los asistentes, ya no abandonará en toda la novela. En primer lugar trasladando los apellidos de su biografía a la personalidad del protagonista (Marés, Faneca), y con ello tomar posiciones emocionales, sociológicas y políticas ante el devenir existencial del personaje creado.  LEER MÁS

JUEVES 6 DE FEBRERO DE 2014

            ¿Novela histórica? Parecía llamada a ser sólo una primera cuestión para debatir, pero sirvió más a lo largo de la sesión como encabezamiento. Es decir, cada interviniente comenzaba por argumentar a favor, o relativizaba la dimensión histórica de la ficción creada, para seguidamente exponer su valoración de la obra en general, o de sus recursos expresivos, o de los personajes, o de los temas y subtemas detectados, o de todo ello.
 
            Así pues, conviene seccionar. Por partes:
 
            Con respecto a lo de novela histórica –determinar si es, no es-, su concepto mismo no ayudaba mucho, tan manoseado en estos tiempos donde proliferan narraciones con dicha etiqueta. En tanto que novelar hechos históricos constatables, hubo opiniones explícitas a favor del sí: El Hereje cumple con esos parámetros por los acontecimientos que desarrolla; y, si bien los personajes principales pertenecen a la pura ficción, está documentado que Felipe II (de fugaz aparición en el episodio nuclear de la novela) comenzó su reinado con un auto de fe en Valladolid. Y además, el mismo autor recomienda la consulta de historiadores que corroboran lo que él narra. ...LEER MÁS    
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            Aun a riesgo de pretencioso, la reunión anduvo muy cercana a la propia de un consejo de sabios que, curtidos en dialécticas mil, confluyen con el poso -poso- de los años en un remanso intelectual donde enjugar sus ideas. Y reconocerse y aceptarse como un puñado de pulmones alentando un mismo corazón. Sin arritmias, con cadencias de silencios y atención en el turno de palabra. El respeto que reclamaba el libro irradiaba cada intervención, y estimulaba la siguiente, y así hasta el final -que sobrepasó con creces el tiempo estipulado, tal era el nivel de afinidad (y de notas manuscritas, frases o reflexiones, que los asistentes trajeron a la reunión).

 

            Las primeras consideraciones rondaron por el género literario, un híbrido entre el ensayo y la novela histórica. Imprecisión seguramente estratégica del autor, porque sitúa los hechos narrados en una espiral de ideas para llevar al lector al humanismo que defiende. Argumentos sólidos con el arma de una altísima calidad expresiva, propia de este escritor de primer orden.  ..leer más.

 

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 17 DE NOVIEMBRE DE 2013
 
 
Había expectación, la obra impacta. El silencio cálido que acogió la intervención inicial, todo un síntoma. Casi se palpaba que los asistentes habían acudido a la sesión intuyendo controversias. Buena parte de ellas a lo mejor habían menudeado entre sus conclusiones individuales, íntimas, previas.
 
            No se hizo esperar. El primer escollo, insoslayable, comparar esta novela (¿novela?, veremos) con otras del autor –se citó expresamente La ciudad y los perros y La fiesta del chivo-. En una aproximación inicial hubo coincidencia: aquí el autor recurría de nuevo a su conocida técnica de cambios espacio-temporales, si bien con un hilo narrativo más lineal en el último tramo. Pero esta obra, alguna anomalía la distanciaba de aquellas otras, tan ponderadas. Cuestión inconclusa, porque enseguida la ola crítica derivó hacia el personaje protagonista y los otros.
         La narración pivota sobre Roger Casement –personaje.... Leer más
 
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31 DE OCTUBRE DE 2013

La sesión se desarrolló en un análisis sencillo, humilde y certero, cual si el  espíritu de la novela hubiera impregnado el alma de la reunión.
 
Sencillo. ¿Novela?, ¿cuento popular?
 
            Se utilizó el término “novelita” en la doble acepción afectiva y de dimensión textual. Aunque, para los tertulianos no cabía duda: la obra recurre al armazón de la novela, pero la historia y sus coordenadas narrativas se encuadran en lo que la ... leer más

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Tratándose de comentar una novela policiaca, aun a riesgo de caer en el tópico recurrente, la sesión discurrió en formato puzle, como si se mimetizara con la investigación de un crimen.

 

Las primeras intervenciones ya sonaban a una forma de justificación cercana a la indulgencia: autor joven, de algún modo representante de la nueva novela negra, muy leído y, sobre todo, traducido. El mérito trascendente.

 

Se añadió que los personajes quedaban en general bien definidos, reconocibles, y además algo así como pertinentes en este género narrativo.

 

Para llegar al botón de la muestra: la pareja de policías protagonista (uno más que otro, claro; según el canon de contrarios, distintos, enfrentados o complementarios al que la tradición literaria es tan proclive, amén de eficaz). Gallego versus aragonés. Personalidades contrapuestas por elevación genérica, se interpreta que para marcar distancias entre el carácter pausado y analítico del policía “jefe” (gallego) y el extremadamente impulsivo y hasta agresivo del ayudante-chófer (aragonés). Si el autor hubiera nacido en Teruel, por ejemplo, y no en Vigo…

 

No obstante, resultó que se trataba de una aproximación inicial. Pronto se incorporaron comentarios que apuntaban a la consideración de novela entretenida, sí, de fácil lectura, sí, con dotes de ingenio, sí, pero floja en cuanto a la estructura de la trama. Y aquí una primera derrama de argumentos:

 

La base de la investigación se centra en la intuición del policía protagonista, hasta el punto de que los lectores -al menos los de este Club- no resuelven la autoría del crimen mediante el desarrollo de los acontecimientos (como ocurre en la mejor y más consagrada literatura del género), sino a través de las elucubraciones del policía.

 

Se adivina pronto quién no es el asesino, a pesar de las pistas  vertidas en el hilo narrativo. ¿Pasión?, ¿venganza?...

 

Conceptualmente hablando, no se aportan datos suficientes, además de sólidos, para motivar la decisión y consumación del asesinato. No, a tenor de los parámetros psicológicos-sociológicos descritos. La fórmula empleada para fundamentar el desenlace final se antoja una pirueta, un encaje apresurado del puzle, un exceso narrativo.

 

El fallo de la trama llegó a rubricarse cuando algún contertulio aseguró que salvo las últimas cuarenta páginas el resto se le hicieron tediosas.

 

A partir de aquí la tertulia pareció titubear, ¿no habría ido demasiado lejos en sus reparos? Y tanteó un cierto reequilibrio.

 

Nada mejor que volver al análisis de personajes. Primero, para ponderar el uso de la antítesis en el diseño de sus personalidades. Aparte de la ya aludida contraposición en la pareja de policías, los asistentes advirtieron otra quizás más sutil, menos evidente, más genérica, mujeres frente a hombres. Hay que precisar: los personajes femeninos coinciden en un perfil de carácter fuerte, valiente, tenaz (con independencia de la consideración moral que cada cual merezca), frente a la personalidad medrosa de los hombres -salvemos a los policías, claro-, cuyo ejemplo más patente y patético lo muestra el tal Freire muerto de miedo en el barco.

 

Especial atención mereció el inspector Leo Caldas (en alguna medida, trasunto del autor, según se comentó). Con un atractivo inicial, la fama por su protagonismo en un programa de radio dedicado a recibir denuncias de actos delictivos. Casuística cuando menos sorprendente en la novelística del género. Y acierto-hallazgo del autor en opinión generalizada de los asistentes, en tanto en cuanto proyecta desde tan, digamos, pintoresca actividad el liderazgo social y ético del personaje.

 

(Por cierto, aviso para el autor, detalle de error: los estudios de radio en ningún caso tienen comunicación directa con el exterior del edificio. Así que nada de ventanales a través de los cuales se contemplen escenas de niños jugando, etc.)

 

Lo novedoso no es el liderazgo como estereotipo de estos policías de novela, negra, sino el medio. Estereotipo que completa la figura del inspector con otro también propio de esta narrativa: profesionalidad veinticuatro-horas-al-día-trecientos-sesenta-y-cinco-días-al-año, incompatible con pareja estable (si acaso, evocaciones –una mujer llamada Alba- inexplicadas, gratuitas).

 

En lo tocante a personajes, también el inefable Estévez, ayudante de Caldas, pasó por el tamiz crítico de los tertulianos. En verdad, no demasiado. Sus arrebatos de homofobia apenas merecieron algún comentario de pasada. Seguramente porque las opiniones se concentraron en comparar con otras novelas del género: al contrario que en ellas, este adjunto apenas aporta intervenciones determinantes para el esclarecimiento del asesinato. Además, tampoco se entiende muy bien su relación con Caldas, o mejor, de Caldas con él, esa especie de protección que el inspector ejerce sobre el ayudante. ¿Quizás por el respeto que merece en la profesión la persona de Caldas? ¿Se desprende del carácter del inspector una autosuficiencia latente?

 

Y la reunión tocaba a su fin sin conclusiones rotundas. Los comentarios, un tanto exhaustos, volvían a la denuncia de temas o aspectos romos o carentes de justificación en la trama. Una trama exangüe. Sin bien, ornada con descripciones de encanto, del paisaje, gastronomía e idiosincrasia gallegos, y con la originalidad del recurso al diccionario en el comienzo de cada capítulo de la novela. Las últimas piezas del puzle.

 

Al final de la sesión, lógico, todo encaja, pero como en la novela, con premura y sin primor.

 

                                                           Ricardo Santofimia Muñoz. 

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Reseñas de la última sesión del Club de Lectura


Reseña de la sesión dedicada a LA SILLA DEL ÁGUILA de Carlos Fuentes

            Maquinaciones, connivencias, insidias, urdimbres, sobornos, envilecimientos, toda una mezcolanza infecta y repudiable en torno a las más altas instituciones del Estado. Eso sí, con algunas gotitas de contrición, acaso pasajera, y ternura, quizás amarga.

            Pues no, no hablamos de la corrupción política que cada día, cada hora, violenta nuestra realidad inmediata a través de los más variados y variopintos medios de comunicación, no. En principio, nos referimos a esta novela de Carlos Fuentes.

            En principio. A veces, o con frecuencia (según la lectura elegida), la frontera entre realidad y ficción es tan quebradiza, engañosa o permeable... Por tales surcos zigzagueó esta reunión de nuestro club.

            Desde una perspectiva general, cabría interpretar el desarrollo narrativo como una suerte de formidable tuneladora que va horadando el alma de una montaña arcana, la estructura de poder del Estado, desentrañando sus entrañas y desvelando la tenia de anillos mil que allí parasita.

            En consonancia con el funcionamiento de este artefacto poderoso, el ritmo narrativo es lento, árido a trechos, pero implacable, demoledor. Posiblemente debido al género epistolar de la novela (recurso que ha logrado escasas adhesiones entre los asistentes).

            Ello no impide, o quizás favorece, alcanzar el objetivo de la obra: desenmascarar la corrupción imperante en el poder político -en la ficción- de los Estados Unidos de México. Cuya temática consideran los asistentes como muy documentada, no en vano el autor ha sido (falleció en 2012) natural de aquel país.

            La corrupción como método para alcanzar el poder o conservarlo, en un país con un sistema político de democracia formal (adjetivo este –formal- que alcanza en la novela su valor más peyorativo y degradado). Tácticas y usos ad hoc que la obra denuncia minuciosamente como habituales en la alta política, a la vez que apunta a prácticas similares en los niveles inferiores y periféricos.

            Ante tal panorama, esta tertulia no se entretuvo demasiado en valorar la trama, que en algunos pasajes adolecía de ribetes folletinescos, cercanos a contenidos de ciertas telenovelas. Tampoco en la técnica narrativa de situar los acontecimientos en el futuro (año 2020).

            Importaban, sobre todo, los personajes, para quienes la corrupción es la savia de la política. En ellos se centró el foco. La identidad de cada cual, perfilada gradualmente en sus sucesivas cartas. Afanes y miserias puestos de manifiesto, de manera muy particular mediante la técnica de la introspección, bien aprovechada por el autor para esta fórmula epistolar.

            Los personajes fueron desfilando por la tertulia, que los analizaba y zarandeaba al calor de las interpretaciones o comentarios que suscitaban y de los paradigmas que representaban. La impostura, el sexo, el enriquecimiento, la vileza, la crueldad, el cinismo, también la indolencia, también, más algún que otro etcétera, allí tenían su asiento.

 

Quizás el personaje que más fascinó (entiéndase en el sentido más denotativo del término) a los contertulios fue el de Mª del Rosario. Por lo que conllevaba de arquetipo de mujer dedicada a la política, a esos patrones de política. Por contra, pareció poco perfilado al personaje de Valdivia, ¿quizás para significar su hechura de pelele? Asimismo, dio la impresión de que sobraba algún personaje que otro por su irrelevancia en la acción narrativa.

Y de la mano de los personajes, junto con el clima putrefacto que irradiaban, la reunión iba y venía de la ficción a la realidad, a esta realidad política que conturba la actualidad de nuestro país. La línea divisoria entre una y otra quedaba difuminada, conscientemente rebasada.

A juicio de los asistentes, aquella forma de hacer política, aquellas corrupciones, corruptelas y componendas, encontraban fácilmente su réplica en la realidad circundante. Sobre todo, cuando se establecieron paralelismos, más o menos aproximados, más o menos imposibles, entre personajes de la ficción y personas de la realidad. Por allí pasaron, por ejemplo, Rubalcaba y Cospedal, también Rajoy, también, más algún etcétera de carácter local.

Así pues, como se comentó al comienzo, en principio se trataba de ficción; pero la semejanza con la realidad era tan tentadora…

Para terminar la obra, el autor abandona el género epistolar y recurre a la técnica del monólogo interior. De una criatura inerme cuya presencia en la novela, además de mover a la ternura y la tribulación, acaso como contrapunto a la inmoralidad desplegada, y quizás por todo eso, deja en el aire una duda: ¿nos encontramos ante un final abierto de la ficción?

Y otra duda, o la misma: ¿La realidad, dispone todavía de un final abierto?

                                                           Ricardo Santofimia Muñoz.

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Reseña de la sesión dedicada a INDIGNACIÓN de Philip Roth

 

            Partamos de que la obsesión es sentimiento o tendencia de carácter persistente, una fijación tal que perturba la consciencia de la persona. No obstante, como su presencia en las manifestaciones del hombre es mensurable (desde ligeros atisbos hasta niveles clínicos), quizás convenga poner en cuestión el carácter nocivo que se le atribuye por definición.

Valga este preámbulo, quizás excesivo, para justificar y enmarcar este nuevo encuentro del Club de Lectura. Se desarrolló en el filo de la obsesión.

Las intervenciones iban y venían de un asunto a otro de la novela, desde la personalidad del autor hasta el final anunciado, pero siempre con parada en el protagonista, reflexión y tributo. Casi como una obsesión. En el protagonista estaba el mensaje.

Veamos. La sesión comenzó suave. Con primeros acercamientos como de tanteo. Por allí pasó el galardón del “Príncipe de Asturias” de este año al autor, así como la consideración de escritor típicamente americano (del Norte). También el tratamiento acertado de las tradiciones judías, destacando las descripciones, tan gráficas, del oficio de kosher (carnicero judío).

Asimismo, apareció en estos compases iniciales (pongamos primer cuarto de hora) el tratamiento de la sexualidad, otro rasgo de las preferencias temáticas del autor. Pasó entonces de puntillas, la conversación se desviaría pronto hacia la fluidez narrativa lograda con el uso de la primera persona.

Hasta que, tras comentar el acierto del título como leitmotiv de la trama, alguien apuntó a un hijo, qué importa recordar si propio o no, un hijo con perfil semejante en alguna inquietud o aspiración, ¿semejante a quién? No cabía esperar más: se pasó de la Indignación a la obsesión latente, el protagonista. ¡Quién como Marcus! Como si la reunión diera con el cauce, el foco se orientó rápidamente hacia nuestro personaje, se concentró, embelesado y potente.

El primer fogonazo, quizás con algún deje de melancolía, apuntó a su enfrentamiento con el decano, el posicionamiento, interpretado como ideológico, que esgrimió fundamentándolo en Bertrand Russell, la religión y la relación humanidad-memoria como eje. En el afán de destacar el pasaje llegó a precisarse la magia de las páginas 50-51 de la novela (claro, en el formato de su lectura). Casi faltó el aplauso, a Marcus.

Después la emoción continuó por la fatalidad del destino (el fátum griego), las consecuencias trágicas de algo en apariencia trivial: no haber seguido los consejos paternos. Un encadenamiento meramente circunstancial, del tipo causa-consecuencia, provoca el desenlace. Cuyo comienzo sitúa Marcus en la relación de amor-odio con su padre, que le llevaría a huir de él para alcanzar su realización personal y profesional. Aquí, los asistentes a la reunión se plantearon si, en realidad, la novela no describe y relata una personalidad socialmente inadaptada. Un lamento.

Y vuelta al enfrentamiento con el decano, ahora desde otro prisma. ¿Acaso Marcus no tenía objetivos muy claros? –mantener el nivel de estudios brillantes para ser abogado y librarse de ir a la guerra con Corea, donde moriría con toda probabilidad-. Y sin embargo, más allá de la proyección de sus estudios, apuesta por sus convicciones. Planteamiento contradictorio, o no, que queda en el aire, o mejor, en la atmósfera cuasiobsesiva que se respiraba.

Cuando a continuación se abordó la presencia del miedo en la novela, por un momento parecía que los asistentes se tomaban un respiro, como una necesidad de desintoxicación. Porque en la aproximación inicial el miedo semejaba un éter que afectaba a toda la trama narrativa, cual tema transversal. Miedo intelectual o emocional como método para oprimir, comprimir, subyugar a la sociedad. Pero, claro, a la hora de establecer las consecuencias, de pormenorizarlas y, sobre todo, de personalizarlas, el protagonista acaparó las intervenciones de los asistentes. La personalidad de Marcus no daba tregua. El chico, para perseverar en sus afanes, se sentía abocado a transigir, ceder al juego de las simulaciones, pagar por suplantarle en el oficio religioso, ardid que a la postre desencadenaría la tragedia final. Flujo de la obsesión.

Y reflujo, de sospechas: ¿acaso ese tratamiento del temor no responde a una tendencia conservadora del autor? (su misma nota histórica se presta a ambigüedad), ¿sería desmesurado establecer paralelismos con las mareas ideológicas actuales en España y el mundo? El mismo título, aun como contrapunto al análisis, es un referente. Indudablemente, el autor consigue la reflexión de los lectores; por supuesto, de todos los asistentes a esta reunión.

Esa suerte de obsesión por Marcus parecía remitir. Pero de nuevo éste tomó las riendas del tramo final. Se apreció un desequilibrio entre su madurez intelectual (bien probada) y la emocional, a la vez que actitud de héroe, si bien, muy humano en cuanto que la/su tragedia deriva de una concesión-trampa.

Y atención especial a sus cuitas sexuales, ahora sí. Para los asistentes, Marcus se debate entre el atractivo por la chica, que lo atenaza, y el rechazo cuando le cuentan otros comportamientos de ella. En el fondo, él apuesta por la relación, por eso descarta y hasta combate los comentarios que le llegan. Hasta que afronta la propuesta de la madre, chantaje emocional en toda regla (algo así como “tengo intención de divorciarme de tu padre, pero si tú renuncias a la chica, no lo hago”). Marcus accede. Queda en el ánimo de los contertulios si verdaderamente no anidaba en el chico una mentalidad conservadora.

Para que luego digan que la obsesión pertenece al catálogo negativo de la condición humana.

  

                                                           Ricardo Santofimia Muñoz