CRÓNICAS DEL VIAJE A NUEVA YORK

 

Crónica día 11 de mayo New York

 

Hoy 22 de mayo estoy escribiendo la crónica del día 11. Día de la salida de Córdoba hacia Madrid. ¿Por qué no la hice antes?, porqué no domino la escribanía en las nuevas tecnologías. 

Escribo así y necesito de una persona de hoy para que transcriba este vintage.

6:15 pm mejor 18:15, por aquello de 6 horas más o menos según vuelvas o vayas.

Saludo en la estación de Renfe a los conocidos y presentación a los nuevos. Isabel, representante de la agencia hace el reparto de billetes y otros documentos y como en teatro y cine a unos y unas les toca el de buenos y a otros el de malos.

¡Como sí Adif nos conociera!, nos repartió en tres vagones: 8, 10 y 12. Nada que ver con los 40 que en un vagón de metro hora punta en New York.

Llegada a Madrid, allí se nos unen los guías Pedro y señora, Abi, aclaro escribo antiguo pero el uso del apelativo señora lo hago porque no sé escribir su nombre hablado AVI.

Llegamos a la antes llamada a Arganda del Rey. Como se llama hoy Arganda del pelotazo.

Llegada al hotel, buen hotel, reparto de habitaciones. Maletas, ascensores, nosotros, que si cabe, que te salgas que sobrepeso.

Cena buena y hasta mañana.

Marisol, Justa, José Luis y Loli Pilar.na.

 

Marisol, Justa, José Luis y Loli Pilar.

Crónica del día 12 de Mayo. 

 

Madrid Barajas Washington.

 

Las conversaciones mañaneras giran en torno al interés de cómo se ha pasado la noche, los nervios, los insomnios, la convivencia con los que van a ser nuestros compañeros durante los próximos días, como nos las hemos compuesto con las maletas… Se intercambian consejos entre unos y otros buscando la practicidad para que el viaje resulte más cómodo, menos pesado. Se hacen pronósticos sobre el vuelo, en cuanto a los trámites de la aduana, las posibles exigencias en Washington, etc. etc. Nos sentimos algo nerviosos al emprender esta aventura como si fuéramos Colones del siglo XXI. El autobús nos lleva a la terminal 1 de Barajas con ligeros atascos que no impiden nuestra puntual llegada a los mostradores para facturar. En el camino, a instancias de la inquieta Griselda, entonamos un emotivo canto de felicitación cumpleañera dedicado a Pura y Teresa.

 

Hacer el checking puntualmente, sin ningún inconveniente nos ha dado una gran tranquilidad. Todo el mundo tiene su pasaporte, su documentación en regla, las maletas a buen recaudo, su equipaje de mano, en fin todo perfecto, hasta este momento. Ansiosos por aprovechar el tiempo restante hasta abordar nos desperdigamos por los bares, tiendas, quioscos,etc., etc., de la zona en que suponemos será el embarque. El que más y el que menos tiene pendiente alguna compra de última hora periódico, una revista, algún libro, pasatiempos, el último café de calidad antes de vernos con estos americanos tan especiales a la hora de elegir Presidente.Por fin nos van llamando, pausadamente, para que subamos al avión. Orden riguroso. Primero los que van en los asientos interiores de cada fila, los del medio y los de los pasillos para que haya menos interrupción y no se produzcan aglomeraciones.

 

En el vuelo todo perfecto. Gran convivencia, bromitas, comentarios jocosos, asombro ante las viandas q nos son presentadas, apuros para tomar el almuerzo de la Srta Pepis en una bandejita de 1 dm cuadrado. Vamos que pudimos ver la quinoa en no pocos pantalones. Fue muy útil el desconocimiento del idioma o el manejo de la pantallita del sillón. Con una peli japonesa y subtítulos en inglés se duermen hasta las chicharras. Y cuando llegábamos a destino alguien exclamó alborozado: he conseguido dominar la pantalla. Tomamos tierra puntualmente y, algo temblorosos nos encaminamos a los mostradores de aduana. En ellos podía pasar cualquier cosa. Y pasaron. Una de nuestras parejas fue sometida a un interrogatorio despiadado. ¿Viaja en compañía? ¿Con quién? ¿Qué parentesco les une? ¿Cuando se conocieron? ¿En qué circunstancias? ¿Hubo testigos? Tras mirarlos con recelo, tomar las huellas dactilares y fotografiar a la afligida pareja, selló ambos pasaportes y les permitió pasar. Penosamente fuimos avanzando ante las diversas autoridades tratando de conseguir llegar a la salida, a la libertad. Y cuando estábamos a punto de lograrlo, varios de los nuestros fueron llamados a capítulo y separados a estancias recónditas. Tratados con escasa amabilidad y tras larga espera, se les fue informando de que debían retroceder en busca del visado del pasaporte, o que aportaran todos los documentos para que fueran examinados nuevamente, o ver por rayos X la sospechosa maleta que contenía una manzana y un sándwich. Algunos fueron retenidos porque sus apellidos tenían parecidos con personajes de importantes cárteles de la droga.

 

Al fin en la calle, en la capital de los Estados Unidos de América, en Washington D C, (Distrito de Columbia). Se administra como Distrito Federal, una entidad diferente a los 50 estados que componen la nación y depende directamente del Gobierno Federal. Está a orillas del río Potomac y limita con los estados de Virginia al oeste y Maryland. En autobús nos encaminamos al cementerio de Arlington, que se encuentra en el estado de Virginia, en las proximidades del Pentágono y que tiene más de 1.000 millas de extensión. Marcelo, nuestro guía, nos recibe en el centro de interpretación y tras instructiva charla comenzamos la visita por entre las innumerables hileras de las pequeñas lápidas que cubren las colinas y depresiones del magníficamente cuidado cementerio. Visita obligada es la de las tumbas de John F Kennedy, de su esposa, Jacqueline, de algunos de sus hijos y de su hermano el senador Rover F Kennedy. Como no cesa la lluvia, decidimos regresar al vehículo y encaminarnos, cruzando el río Potomac por el puente Arlington Memorial, hasta nuestro alojamiento en el hotel de Washington. Tras instalarnos encaminamos nuestros pasos a reponer fuerzas en DuPont Italian.

Finalmente regresamos a nuestro hotel buscando el merecido descanso.

 

Los responsables

Mariana, Enrique, Rafael y Labán.

 

 

 

COPLILLAS DEL " DÍA MAS LARGO"

 

 

El día 12 amaneció a la hora acostumbrada

Y ninguno imagino que 30 horas durara.

Cogimos un avión camino de las Américas

y tardamos 8 horas en llegar a aquellas tierras

La burocracia del yanqui, por dos horas nos dejo

esperando con paciencia y bastante mal humor

Nos observaron con lupa, tratados cual delincuentes

a las personas honradas de esta tribu de docentes

Cuando escapamos al fin del tenebroso aeropuerto

nos fuimos a visitar...a centenares de muertos

Allí estaban los marines que cayeron en Viét Nán,

en las dos guerras mundiales y en muchas batallas mas.

Pero el paisaje era hermoso, de verde color sembrado

con ardillas y con mirlos que corrían por el prado

En autobús regresamos al centro de la ciudad

entre casas y edificios que veíamos pasar

Como "WássinttonS" modernos cruzamos el Potomác

para ver los monumentos de esta histórica ciudad

El Smitssónian, el Líncoln, el Pentágono o el "Moll"

discurrieron a la vista en rápida sucesión.

Esperábamos comer flamenquín o salmorejo

pero para estos platos estábamos ya muy lejos

Cansados y derrotados nos volvimos al hotel 

 esperando que "pa" el trece nueva energía tener.

Crónica del domingo 14 de Mayo.

 

Amanecimos ya en nuestro hotel de Nueva York. Desde nuestras ventanas se veía Times Square. Después de desayunar, nos dirigimos a la 50 Street Station, la estación de metro más próxima para ir a Harlem. Tardamos en acceder al andén por algún problema con nuestras “Metrocards”. Al cabo de un buen rato se solucionó el problema y esta situación hizo, creo, que las siguientes veces que cogimos el metro estuviéramos muy bien organizados, eso sí, con su “poquito de estrés” cada vez.

Nos dirigimos a una iglesia de las que permiten la entrada de turistas a la misa góspel, pero enseguida nos informaron de que el aforo estaba completo. Entonces dimos un paseo por el barrio. En nuestro paseo encontramos y fotografiamos las típicas casas que tantas veces hemos visto en las películas. También llegamos a un lugar mítico para los amantes de la música: El Apollo.

En este teatro actuaron grandes músicos del Jazz como Count Basie o Duke Ellington entre otros, o grandes voces como las de Aretha Franklin, Ella Fitzgerald, o la guitarra de Jimi Hendrix.

Después hicimos una parada en el parque Marcus Garvey. El parque data de 1811, es uno de los más antiguos de la ciudad y ha sido lugar de encuentro para los vecinos del barrio de Harlem durante 50 años.

También visitamos el Studio Museum. La finalidad de este museo es que la comunidad afro-americana tenga un museo de arte contemporáneo que refleje sus intereses.

Al salir del museo, nos llevamos la grata sorpresa de que Isabel había localizado una iglesia en la que se estaba celebrando misa y en la que se nos permitía la entrada. Así que allí nos fuimos unos cuantos. La iglesia se llama Greater Refuge Temple y, aunque no nos quedamos hasta el final, pudimos ver el ambiente que se respira en la iglesia: gente vestida con sus mejores galas, participando en la ceremonia , cantando y alabando a Dios.

Después de comer en la Harlem Tavern, cogimos el autobús que nos llevó a hacer el tour del Alto/Bajo Manhattan. Nuestro guía nos informaba sobre lo que íbamos a ver. Una vez en el lugar, bajábamos del autobús y visitábamos el lugar.

Empezamos por la Catedral de San Juan el Divino. Después entramos en la Universidad de Columbia, donde ese día se había celebrado una ceremonia de graduación.

También bajamos para ver y hacer fotos del Flatiron Building, del Dakota. Entramos en Central Park para ver el  Jacqueline Kennedy Onassis Reservoir.

Detrás de Quety vemos una impresionante vista de Manhattan desde el Reservoir. Las dos torres del fondo pertenecen al edificio San Remo. Entre los vecinos que viven y han vivido en el San Remo se encuentran: Tiger Woods, Steven Spielberg, Donna Karan, Steve Jobs, Demi Moore, Gleen Close , Dustin Hoffman, el líder de U2 Bono, Steve Martin, Bruce Willis, y algunos empresarios como Dodi Al Fayed, Aaron Spelling o Rita Hayworth quien pasó su último año de vida allí.

Y Strawberry Fields,  en memoria de John Lennon, quien fue asesinado en las proximidades del parque. En vida solía pasear por ese lugar y decía que era de sus favoritos. Después nos quedaba la visita más esperada del día: La subida al Empire State. Creo que a ninguno nos decepcionó. Después de la visita, algunos regresaron al hotel en taxi y otros caminamos por la Quinta Avenida pasando por el Rockefeller Center, la catedral de St. Patrick, La Biblioteca Pública y muchas tiendas famosas que más tarde veríamos pero que en esta ocasión pudimos contemplar en la relativa tranquilidad de la noche.

 

Mamen, Pura, Gloria e Iziar

CRÓNICA DÍA 15 DE MAYO

Tras unos primeros días lluviosos y desapacibles, nos amaneció un día nublado y algo ventoso, pero sin precipitaciones. Una meteorología ideal para una jornada que se preveía intensa e interesante. El ambicioso objetivo no era otro que descubrir, desde perspectivas diferentes, cuatro de los cinco distritos de Nueva York: Manhattan en barco por la mañana y los barrios del Bronx, Queens y Brooklyn en autobús después de almorzar. No por ello nos privamos de la cotidiana caminata hasta el restaurante paseando por la famosa Highline y después de visitar el mercado de Chesea.

  1. CRUCERO ALREDEDOR DE MANHATTAN. Tras el habitual viaje por el viejo y suciometro de Nueva York y después de superar con éxito la compleja y estresante operación de desplazar por este transporte colectivo a un grupo de cuarenta personas, embarcamos en el muelle 83, situado a orillas del río Hudson, en el oeste de la Midtown de Manhattan.

La perspectiva de la ciudad de los rascacielos desde el barco resultaba impresionante. El viento no fue un obstáculo para que muchos saliéramos a las zonas descubiertas de la embarcación y para que, haciendo gala del buen humor reinante allí adonde va la Tribu, algunos lo aprovecharan para hacer un “titanic” en la proa del barco.

Fue, sin embargo, una pena que no se nos ofrecieran las explicaciones en español que se prometían en el programa del viaje: “Durante todo el trayecto los guías te explicarán detalles sobre los lugares por los que vayas pasando”.

A pesar de este inconveniente, la visión de de la ciudad desde el río nos tenía fascinados y los móviles y cámaras de fotos aceleraban su incesante parpadeo, obsesionadas por captar el cambiante decorado de la Gran Manzana, que parecía girar sobre sí mismo ante nuestra asombrada mirada: a la derecha el One World Trade Center y los rascacielos que se levantan en la Zona Cero, donde antes de la tragedia del 11 S, se erguían las desafortunadas Torres Gemelas; algo más adelante, los rascacielos del barrio financiero en torno a la famosa Wall Street; por nuestra derecha, el estado vecino de Nueva Jersey al que pertenece la Isla de Ellis que sirvió de centro de control aduanero de la inmigración masiva de los siglos XIX y XX y que hoy alberga el Museo de la Inmigración. Algo más al sur, pasamos junto a la isla en la que se alza la majestuosa estatua de la Libertad, regalo de Francia al pueblo americano en 1886 para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.

Navegamos después bajo los puentes de Brooklyn y Manhattan para remontar el Río Este que nos permitiría contemplar, a nuestra izquierda, un panorama completamente diferente de Manhattan y mostraba, a la derecha, los barrios de Brooklyn y Queens, situados en Long Island.

Tras el recorrido por el Río Este, atravesamos el norte de Manhattan por el Río Harlem para volver a descender por el Río Hudson hasta nuestro lugar de salida.

2. LA HIGHLINE Y EL MERCADO DE CHELSEA. Terminado nuestro crucero, nos dirigimos al restaurante por la famosa Highline, una antigua vía de tren elevada que se ha reconvertido en un agradable paseo ajardinado. Siguiendo esta vía verde, llegamos al Chelsea Market, la antigua fábrica de las galletas Oreo transformada en un espacio turístico donde conviven tiendas, restaurantes y oficinas. Continuando nuestro paseo, arribamos al restaurante donde previamente hemos elegido uno de los dos platos más típicos de la zona: hamburguesa o langosta. La langosta es la especialidad del restaurante, que estaba adornado con grandes las nasas de madera que sirven para capturar a este tipo de crustáceos.

3. EL TOUR DE LOS CONTRASTES. Tras el almuerzo, subimos al autobús donde nos esperaba Eduardo, el guía que nos acompañará por los distritos del Bronx, Queens y Brooklyn, tres condados claramente diferenciados por motivos sociales, económicos, étnicos y religiosos.

El Bronx se encuentra separado de Manhattan por el río Harlem y es el único distrito de Nueva York que está en la plataforma continental del país. Es un barrio de afroamericanos e hispanos. Culturalmente hablando, el Bronx es la cuna del graffiti, del rap y del hip hop. En sus calles se hablan más de 75 lenguas distintas, aunque el inglés y el español predominan sobre el resto.

Durante el siglo XX el Bronx fue sinónimo de precariedad económica y crimen. Sin embargo, a la entrada del nuevo milenio, gracias a la política del alcalde Rudoph Giuliani, la zona ha dado un giro de 180º y ha mejorado muchísimo en seguridad y bienestar social.

Con la ayuda de nuestro guía descubrimos algunos de los graffitis más conocidos del barrio, el Estadio de los Yankees y la Comisaría “Forth Apache”, donde se rodó la película Fuerte Apache de Paul Newman.

Queens. Tras cruzar el Rio Este por el puente de Whitestone, visitamos el barrio residencial de Malba donde las casas, las calles, los coches y el ambiente contrastaban con lo que acabábamos de ver en el Bronx. Tras esta visita, nos dirigimos al Parque Flushing Meadows-Corona. En él, se encuentra la residencia del famoso equipo de béisbol de los Mets de Nueva York. También es la sede del Abierto de Tenis de los Estados Unidos. El parque se construyó para una Exposición de segunda categoría en 1939 y en él se instaló la Feria Mundial de Nueva York de 1964 con su famoso Globo Terráqueo.

Brooklyn. En el Brookyn, el condado más poblado de Nueva York con sus cerca de 2,5 millones de habitantes, viven ciudadanos de la más variopinta procedencia: afroamericanos, caribeños, rusos, ucranianos e italianos. El condado fue una ciudad independiente hasta su incorporación a Nueva York en 1898. A pesar de ello, Brooklyn mantiene una fuerte identidad.

En este distrito visitamos, ya de noche, dos interesantes lugares: el barrio de Williamsburg y el famoso puente de Brooklyn. En el barrio Williamsburg se han instalado, por un lado, los hipsters y las comunidades más vanguardistas de la ciudad, huyendo de los altos alquileres de barrios de Manhattan como Soho, Chelsea o Greenwich Village; y, por otro lado, en Williamsburg vive una colonia muy numerosa de judíos Ortodoxos. Nuestro guía Eduardo nos explicó el singular y estricto modo de vida de estos ciudadanos que, en la obscuridad de la noche, pudimos reconocer desde el autobús por su peculiar vestimenta.

Nuestro autobús nos conduce a la última de las paradas del tour para contemplar el puente de Brooklyn desde la zona denominada DUMBO, el mejor lugar para ver y fotografiar el puente con Manhattan al fondo. Eduardo nos explica que fue construido entre 1870 y 1883 y, en el momento de su inauguración, era el puente colgante más grande del mundo (mide 1825 metros de largo). También fue el primero suspendido mediante cables de acero. Desde entonces, se ha convertido en uno de los símbolos más reconocibles de Nueva York.

Con esta visión nocturna de Manhattan desde Brooklyn termina nuestro paseo en barco y en autobús por la espectacular, cosmopolita, compleja y heterogénea ciudad de Nueva York. Una ciudad llena de contrastes.

 

Tere, Griselda, Colette y José Antonio

Crónica del 16 de Mayo 

 

6° día. NUEVA YORK

Programa: Entrada al edificio de la ONU, Visita de Central Park. Almuerzo en restaurante. Visitas por la tarde.

Son las 6:45 de la mañana. Se nos presenta un día estupendo y por la ventana del hotel hemos comprobado que el día está abierto, aunque en Nueva York, en Manhattan, no se ve el sol, porque los grandes rascacielos lo impiden ver desde nuestras ventanas, aunque una rayita de sol se nos cuela en la habitación.

En Nueva York siempre hay trasiego que se refleja en alegría para los que la visitamos. Hoy nos espera la guía Abi y nuestra responsable de la agencia Isabel para dirigirnos en metro a nuestra primera visita.

El metro con 40, una experiencia inolvidable, que si la línea E, ¿Qué? Todos E, ¿parada…?, como niños pequeños, como decía Reme solo nos falta cogernos a una cuerda para no perdernos porque somos muchos y hemos de entrar a ser posible en el mismo vagón, por lo que los que ya están en éste quedan más que asombrados, despavoridos y alguno hasta se baja ante el jolgorio que llevamos.

Nos dirigimos al edificio de la ONU, vamos más ligeros de equipaje, buscando nuestra bandera. Teníamos la visita programada para las 10 de la mañana.

Todo el mundo en fila con su pulserita amarilla, entramos, fotografías vienen y van, que si aquí, que si quítate que me toca. En los jardines que rodean los edificios de la Naciones Unidas Nueva York hay una buena colección de monumentos una gran Bola del mundo, el revólver con el cañón anudado (la no violencia).

Unas risas, y ya seriamente entramos en el edificio y nos ponen otra pegatina en el pecho.

Nos dividieron en dos grupos para la visita. Nuestra guía fue Patricia, que nos fue informando del trabajo que se realiza en las distintas salas de reuniones: Las salas de trabajo del Consejo de Seguridad, del Consejo Económico, Social y de Tutela, y el Auditorio de la Asamblea General. Patricia nos explica la función y la composición de cada Consejo, las medidas que suelen adoptar, así como la actividad general del sistema de las Naciones Unidas, Nos enseña también exposiciones sobre temas tales como la operación de mantenimiento de la paz, la descolonización y el desarme, y una colección de arte consistente en tapices, mosaicos y esculturas.

Las Naciones Unidas se ocupan de asuntos como el desarme, la paz y la seguridad, los derechos humanos y los Objetivos del Milenio para el Desarrollo.

Con esta visita hemos podido de una manera participativa explorar la sede de la ONU y también traernos algunos recuerdos de su tienda para España.

A la salida nos dirigimos paseando a la Estación Central, escenario de muchas películas (entre otras Los Intocables de Elliot Ness), y seguidamente llegamos a la Catedral de San Patricio, católica y auténtico patrón irlandés, con sus imágenes, entre otras las de la Virgen de Chestojova, llegando después a las tiendas famosas como Tiffany (Desayuno con diamantes), la Torre de Trump (una de las muchas que posee), hasta llegar al Central Park, inmenso pulmón de la ciudad, siendo un paseo muy interesante, continuando con el mismo hasta llegar a la boca del metro para dirigirnos al Restaurante (algunos del grupo cogieron un taxi para llegar al mismo toda vez que la caminata fue intensa).

Cuando llegamos al restaurante Carmine´s Italia, nos esperaba nuestro guía Pedro. Fue un gran descanso y pudimos degustar distintas pastas, pollo en salsa con champiñones y un tiramisú exquisito.

La tarde, como todos los días de Nueva York muy interesante. Primero llegamos al barrio de CHINATOWN, donde nos dieron un tiempo para hacer algunas compras, unas a la vista y otras más ocultas, a través de contactos de personas de origen asiático que se dirigían a nosotros ofreciendo “wacht” y “bagg”. Si les explicabas lo que querías te decían que sí lo tenían, y si aceptabas llamaban por teléfono a un número sito en una casa paralela a la principal del barrio, de donde bajaban con un catálogo específico y, si aceptabas la transacción, llamaban a otro número de teléfono de otro domicilio,  desde el que traían el producto (siempre copias muy logradas), todo con el fin de evitar controles policiales y la decomisación de la mercancía. Igual que en las películas.

A la hora acordada nos juntamos todos y fuimos recorriendo lo que queda del barrio de LITTLE ITALY, actualmente la única zona que aún se puede reconocer como "La Pequeña Italia", que es la sección de la calle Mulberry entre Broome y Canal, y que se encuentra llena de restaurantes italianos, en alguno de los cuales se rodó la serie de “Los Soprano”, siguiendo después hasta El SOHO, barrio que no ha perdido su encanto, con una arquitectura característica. Llegando posteriormente al WEST VILLAGE, barrio bohemio que te inspira cuando caminas por sus calles (donde se desarrolla Friends, y su café “Central Perk”, curiosamente no Park).

En la zona de la Universidad de Nueva York (donde paseaba Carrie de Sexo en Nueva York) había una gran fiesta de graduación, pudiendo observar a los graduados, a sus familiares y la gente diversa en uno de los mejores parques de la Gran Manzana, el Washington Square Park, fácil de reconocer en Nueva York por su famoso arco.

En el Parque otro ratito para descansar y tomar una cervecita. Quety está muy cansada y se sentó como casi todos en un banco, mientras que a sus pies correteaban por el césped y los arboles las ardillas llenas de encanto. Juan dice que está reventado. En esos momentos calculamos que habríamos andado unos 16 kilómetros.

Cuando nos juntamos de nuevo en grupo nos dirigimos al metro para llegar al hotel. Nuestro grupo de crónicas fue a tomarse un perrito caliente con Coca-Cola y, como buenos turistas, se sentó en una escalera de un edificio, escoltado por dos mendigos, a los que no nos atrevimos a fotografiar.

Y acabado el perrito la lucha entre el deseo de pasear hasta Time Square o descansar: ¿Nos vamos a pasear?, pues va a ser que hoy no.

A la cama, mañana mas.

Los responsables


Enrique, Marisol, Valle y Quety.

 

CRÓNICA DEL DÍA 17 DE MAYO

Estamos en Times Square, en el hotel Novotel, desde cuya terraza anexa a la cafetería se contempla, a unos doscientos metros, lo que se conoce por Brodway, la zona de teatros y luminosos relucientes más famosa del mundo. El día 17 de mayo de 2017 amaneció raso, un poquito más caluroso comparándolo con los anteriores. Desayunamos como siempre, o sea, bastante bien, y quedamos todo el grupo para ir al Museo de Arte Metropolitano (MET). Como siempre también, caminamos muy juntitos hasta el metro de la calle 50, donde, sin despistarnos y ya expertos en el manejo de los tikets para pasar a los andenes, llegamos a la estación de la calle 86, en las cercanías del museo.

El MET está enclavado en el Central Park, dando su fachada principal a la 5ª Avenida. Su panorámica desde fuera es impresionante y da idea de su grandiosidad. En el vestíbulo, mientras esperábamos a que nos dieron a cada uno un plano del museo y un tiket para la comida, pudimos deleitarnos con unos floreros de piedra muy grandes, cuyas flores naturales llamaban la atención; semanalmente son repuestas por una florista neoyorkina. A partir de entonces cada cual tomó su rumbo en el museo. Algunos, casi todos, decidimos seguir una mini visita guiada que a las 11:30 nos haría Pilar, una guía española que trabaja allí. Como aún quedaba una hora aproximadamente para ello, por indicación de Pilar fuimos a visitar las salas de China y Japón, donde vimos una muestra de los famosos guerreros chinos de terracota, amén de caballos y otros elementos del mismo material. También vimos otra de armaduras y útiles de guerra japoneses.

Luego, la citada guía nos llevó durante una hora por algunas salas del museo y nos estuvo enseñando unas pocas obras (pinturas, esculturas, vidrieras). Todo ello muy interesante. Entre otras, nos describió el cuadro The Dreamer (La Soñadora), de Picasso, con un gracejo al hablar de la anatomía de la mujer representada que nos hizo reír a más de uno.

Acabada esta visita guiada, subimos a la terraza del museo desde donde se divisa Central Park. Curiosas las esculturas blancas (¿serán de cerámica?) representando a personas sentadas a la mesa, con vajillas, de tamaño real. Nos hicimos fotos y tomamos una cerveza, porque el calor apretaba de lo lindo. Luego volvimos a las salas del museo, ya por nuestra cuenta, para continuar embebiéndonos de arte por los cuatro costados. Nos detuvimos más en las de pintores europeos (sobre todo los impresionistas: Cezanne, Monet, Manet, Gauguin, Pisarro, Toulouse-Lautrec….). Aquello es tan grande que cuando quisimos darnos cuenta ya era hora de ir a comer. Pasamos antes por la tienda de souvenirs y compramos algunos regalos (imanes para frigorífico con motivos de los cuadros expuestos en el museo).

Bajamos al restaurante, porque la comida era en el mismo museo. Régimen de autoservicio. Como en todos los sitios, muchísima gente. De las distintas opciones para comer, nos decidimos por ensaladas y sándwiches, lo más rápido en ser servido. Tampoco las otras opciones nos hacían mucha gracia (hamburguesas, perritos,…).

El museo es grandioso y te das cuenta de ello cuando estás dentro. Para visitarlo en condiciones se necesitarían al menos un par de días… pero desgraciadamente no disponíamos de ese tiempo. Dicen que es uno de los diez más visitados del mundo, y deben tener razón los que lo dicen.

Cuando después de comer ya estuvimos todos reunidos de nuevo, en grupo nos volvimos a encaminar al metro. Es necesario detenernos en este punto, porque el espectáculo que dimos al subirnos en el vagón, debería quedar escrito en los anales del metro de Nueva York. Era hora punta y el metro iba atestado de gente. Pero nosotros, los 40 del grupo, para no perdernos queríamos meternos en el mismo vagón… ¡y lo conseguimos, a base de empujarnos, sin clemencia y sin vergüenza, unos a otros y a los que estaban dentro! Parecía imposible, pero lo logramos. ¡Y luego dicen que los cuerpos son impenetrables! Menos mal que como sardinas en lata fuimos solo unas cuantas estaciones. Luego, la gente bajó y nos quedamos un poco más holgados. ¡Ver para creer!

Nuestro siguiente destino era subir al Observatorio del One World Trade Center, rascacielos que se construyó en la Zona Cero para conmemorar la destrucción de las Torres Gemelas y edificios aledaños en 2001. Es una construcción impresionante, de cristal y acero, de 541 metros de altura (1776 pies, los mismos que la fecha en que se declaró la independencia de los EEUU). También hay una terraza a los 417 metros, altura exacta que tenían las Torres Gemelas. El ascensor es tan rápido que se taponan los oídos. Cuando llegamos arriba, nos proyectaron unas imágenes muy variadas sobre unas pantallas… que al final se levantaron y nos dejaron boquiabiertos: pudimos ver un aperitivo de lo que luego, tranquilamente, nos recreamos en contemplar durante 45 minutos. Las vistas desde allí son impresionantes. Mirar a vista de pájaro Manhattan, la isla de Ellis, la Estatua de la Libertad, los rascacielos, los puentes sobre el East River o sobre el Hudson…, toda una belleza. Lástima que el reflejo de los cristales impidiera hacer buenas fotos desde arriba.

Cuando bajamos, hacía un calor tan bochornoso que ni en la misma Córdoba “disfrutamos”. Nos fuimos a ver las dos piscinas que han construido en el solar exacto que ocuparon las dos Torres Gemelas. Son dos grandes vertederos de agua, cuadrados, en cuyos bordes están grabados en una lámina metálica los nombres de las víctimas de los atentados. Revivir por un momento la angustia que tuvieron que pasar estas personas, fue emocionante.

Mirando hacia el este de las piscinas, se ve el magnífico Intercambiador de metro, obra del arquitecto Javier Calatrava. Algunas personas del grupo quisieron ir a verlo. Otras decidieron ir de compras a un Outlet cercano. Las menos, estaban cansadas y se fueron en taxi al hotel. Y otro grupo, nos fuimos a tomar una cerveza (el calor lo requería) a una cervecería cercana y típica, porque era lugar de concurrencia de la policía: O’Hara’s. Su interior estaba completamente decorado con fotografías de policías y con distintivos de todos los cuerpos y servicios policiales.

Descansamos un poco y seguimos ruta, andando, hacia el parque Bowling Green, a cuya entrada está el Charging Bull, famoso toro de bronce que simboliza al distrito financiero de Nueva York. Delante de él hace poco tiempo colocaron una escultura de una niña, en actitud desafiante ante el toro; parecía que iba a ser por poco tiempo… pero parece ser que tiene traza de quedarse para siempre, por la buena acogida que la niña ha tenido entre la gente.

Seguimos hacia el extremo sur de Manhattan, llegando al Battery Park, desde donde se ve bastante cerca la Estatua de la Libertad. Estaba cayendo el sol y las vistas eran magníficas. También vimos en este parque el Monumento a los Pescadores, en el que se ven a algunos de ellos que están sacando del agua a otro ahogado.

Ya caída la noche, caminamos hacia la zona de Wall Street. Pasamos ante el edificio de la New York Stock Exchange (la famosa Bolsa de Nueva York) y ante el Federal Hall, edificio que fue el primer Capitolio de los EEUU, en el que fue investido presidente George Washington, cuyo monumento se levanta ante la fachada principal. Esta es una zona de calles cortas, estrechas y sin ningún parecido a las grandes avenidas y calles de la zona Media y Alta de Manhattan. A pie anduvimos callejeando hasta llegar a una gran plaza, en la que está situado el New York City Hall, o sea, el Ayuntamiento de Nueva York. Allí es donde comienza el Puente de Brooklyn. Nos hubiera gustado cruzarlo andando (aproximadamente dos kilómetros), pero el cansancio y la hora tardía que ya era, nos hicieron desistir de la idea. Así que nos conformamos con acercarnos hasta la primera de las torretas, tocar las piedras de que están hechas, hacer fotografías de las vistas preciosas de los rascacielos, con sus luces encendidas, y volvernos hacia el principio del puente. Eso sí, con el peligro, tanto a la ida como a la vuelta, de las bicicletas: hay dos carriles, uno para peatones y otro para ciclistas, delimitados solo por una línea en el suelo… que muchas veces no se respeta ni por unos ni por los otros.

Serían más de las nueve de la noche (allí a esa hora es noche cerrada) cuando íbamos andando para tomar el último metro del día, de vuelta al hotel. Al pasar otra vez por Times Square y ver de noche la iluminación de Brodway… parecía que estuviéramos en otro mundo. Ríos de gente yendo y viniendo, espectáculos de todo tipo, neones ocupando fachadas enteras de edificios, guiñando continuamente, cambiando de imagen…, un verdadero disloque que a esa hora (las diez de la noche) y después de estar todo el día de arriba para abajo, producía mareo y ganas de irse a la cama… que es lo que hicimos. Y hasta el día siguiente.

 

Concha Pastor, Maruchi Riolobos, Paco Romero, Antonio Titos

CRÓNICA DEL DÍA 18 DE MAYO

Desayunamos despidiéndonos de nuestro hotel con pena porque se acababa el viaje.

Había tiempo libre y nos dividimos: ir al Moma, pasear por las avenidas de la ciudad o acompañar a los monitores que amablemente se ofrecieron a acompañar hasta un outlet para hacer las últimas compras.

Los que decidimos quedarnos paseando, tuvimos ocasión de estar cerca del terrible accidente ocurrido en Times Square. Al principio los locutores de televisión dijeron que podría tratarse de un atentado, nos preocupamos bastante pues toda la avenida estaba cortada con policías, bomberos y ambulancias.

Fuimos a comer a un restaurante italiano llamado John’s que había sido una iglesia con un techo de vidriera espectacular.

Después de comer, el autobús se retrasó bastante a causa del accidente.

 

Al final llegamos a tiempo al aeropuerto de Newar, bastante peculiar y después de varias horas de vuelo y turbulencias, llegamos a Madrid.

 

CRÓNICA DEL DÍA 19 DE MAYO.

¡De vuelta a España! El vuelo fue mucho mejor por corto y por cómodo, y la sensación de volver ya a nuestra querida tierra española lo hace todavía mas agradable, ya habíamos almorzado en Nueva York, pero en el avión otra comida, esta vez con cervecita gratis y luego otro desayuno y ya camino de Córdoba otro almuerzo y al llegar a casa cena y algunos sin dormir todavía, como yo.

Bueno, los comentarios lógicamente giraban en torno a aquel otro mundo que para los que era la primera vez que iban, sorprendió muy favorablemente.

Griselda en el autocar puso su estupenda nota de humor con sus rimas sobre los acontecimientos que casi todos buenos y otros regulares habían ocurrido, ya los mandará para que figuren en estas crónicas.

Por fin en mitad del camino de vuelta pudimos volver a saborear ese jamoncito ibérico de bellota en un gran bocadillo, con gran jarra de cerveza y un cafesito exprés todo al precio normal en euros, a lo que estamos acostumbrados y no esos disparates de precios americanos.

Pero bueno, luego tienen esos rascacielos tan extraordinarios y nos callan la boca.

Aunque es difícil callar la boca a un Español ,eh? Sobre todo a Griselda.

Con la felicidad de que todo había transcurrido perfectamente, llegamos a casita.

Personalmente queremos agradecer a todas y a todos los amigos que hemos realizado este viaje, su agradable compañía y su compresión.

LOURDES Y JUAN, AURORA Y JOSE ANTONIO .